¿Qué significa para usted el reconocimiento que le han concedido?
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Para mí es un honor y un privilegio. Sin embargo, no solo valoro este reconocimiento a mi trayectoria, también el compromiso que tiene Charter 100 con la salud mental y con las personas que están afectadas por alguna enfermedad de este tipo. Sin duda, me siento muy honrada.
¿Qué motivaciones personales y profesionales la impulsaron a especializarse en Psiquiatría?
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Tengo que decir que soy hija, nieta y sobrina de psiquiatras. Por tanto, en mi motivación ha influido una parte genética por lo que he vivido desde pequeña en mi casa. Ya cuando inicié los estudios de Medicina, descubrí que la Psiquiatría era lo que más me gustaba. Y es que esta especialidad aúna dos elementos que para mí son esenciales: la parte clínica y la más humanista. Estoy encantada de haber encontrado mi vocación.
¿Cuáles considera que han sido sus mayores contribuciones al campo de la salud mental?
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No sabría responder a esto. En los últimos diez años he investigado, sobre todo, los límites que existen entre la tristeza normal y patológica o entre la ansiedad normal y patológica. Es importante hacer entender que la tristeza o la ansiedad pueden ser normales porque son respuestas al estrés, y diferenciar esto de cuando ya se convierte en enfermedad. Otro aspecto fundamental es el tratamiento de los pacientes que sufren ansiedad, depresión o trastorno obsesivo compulsivo –TOC–, que es en lo que yo me inicié.
«Nuestros pacientes aún están muy estigmatizados y les cuesta encontrar trabajo»
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Ha trabajado mucho para humanizar la atención de los pacientes. ¿Cree que se ha conseguido implantar ese enfoque humano en la especialidad?
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Creo que estamos en ello, pero no podemos bajar la guardia en este camino. Hoy en día, en Medicina tenemos que estar muy especializados. Sabemos que hay una gran demanda asistencial, pero no debemos descuidar la relación médico-paciente.
¿Cómo valora la evolución del estigma que siempre ha girado en torno a los problemas de salud mental?
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Desde mi punto de vista, creo que cada vez se entiende mejor que las enfermedades mentales no tienen nada que ver con los problemas de voluntad o de personalidad, sino que son patologías como cualquier otras en las que ya hay bases genéticas o neurobiológicas que vamos conociendo más. Sin embargo, sigue existiendo un estigma. En la actualidad se habla mucho de salud mental y de enfermedades mentales, pero nuestros pacientes aún están muy estigmatizados y les cuesta encontrar trabajo y llevar una vida normal. Creo que es una asignatura pendiente en la que se está trabajando. En este sentido, Charter 100 está haciendo una gran labor. De hecho, trabaja con la Asociación Canaria Espiral para ayudar a las personas que sufren una enfermedad mental más grave o más crónica. Si entre todos ayudamos, lograremos combatir el estigma.
¿Cuál es el mayor desafío al que se ha tenido que enfrentar a lo largo de su trayectoria?
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Creo que cada paciente es un desafío porque cada persona tiene su sufrimiento y sus condicionantes. En ocasiones, nos encontramos con casos que tienen un mal pronóstico y lo sabemos desde el principio. Tanto es así, que hay pacientes que llegan a pensar que su existencia no tiene sentido y acaban terminando con su vida. Estas, sin duda, son las situaciones más difíciles y complejas.
Usted es la primera y única mujer catedrática en Psiquiatría en Madrid. ¿Qué impacto ha tenido este gran logro en su carrera?
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Para mí era un objetivo desde que obtuve mi plaza como profesora ayudante en la Universidad Complutense de Madrid y, posteriormente, como titular. Al final conseguí mi meta. Ahora bien, creo que en pocos años habrá muchas más mujeres catedráticas en Psiquiatría y en cualquier otra especialidad médica. No hay que olvidar que hubo un tiempo en el que era muy difícil obtener las cátedras porque no había vacantes en las universidades. Ahora, por suerte, la oferta es mayor.
¿Ha observado que exista desigualdad de género en el ejercicio de su profesión?
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En mi caso, no. Cuando una persona se prepara unas oposiciones pasa por un tribunal, y yo no he apreciado que exista desigualdad en este sentido. No obstante, hay que tener en cuenta que hace unas décadas, la cifra de mujeres que estudiaba Medicina era mucho más baja, por lo que había muy pocas dedicadas a la docencia en este campo. Ahora, el 85% del alumnado es mujer. Otra circunstancia que ha podido jugar un papel importante para que las mujeres no hayan podido dedicarse a esto es la conciliación, ya que era muy complicado desarrollar una carrera profesional y cuidar a los hijos.
¿Qué cree que hace falta mejorar para optimizar la atención a los pacientes?
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Considero que hace falta emprender varias líneas de actuación. La primera consiste en explicar muy bien qué es la salud mental, pues no es lo mismo que la enfermedad mental. En ocasiones, cuando hablamos de salud mental se mezclan estos conceptos, pero la salud hace referencia a un estado de bienestar que no siempre va de la mano de una patología. La segunda línea se centra en destacar la importancia del diagnóstico precoz, ya que la detección temprana mejora el pronóstico de cualquier enfermedad. Por otro lado, es necesario apostar por la prevención. Esto último pasa por promocionar la salud mental y por entender que todo lo que cuida el cuerpo cuida la mente.
¿Cuál es el futuro de la Psiquiatría?
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Creo que la Psiquiatría avanzará y que iremos conociendo más bases neurobiológicas de los diferentes trastornos, por lo que mejorarán los tratamientos. No solo las terapias farmacológicas, también las técnicas psicoterapéuticas y las nuevas que estamos utilizando para tratar los cuadros más graves. Un ejemplo lo pone la estimulación magnética transcraneal. Todo esto hará que nuestros pacientes mejoren, o incluso, logren recuperarse de sus enfermedades.
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¿Qué retos se marca a medio plazo?
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La vida es cada día un reto. En el ámbito profesional, mi objetivo es entender cada vez mejor qué es la enfermedad mental y trabajar para mis pacientes y para que la población en general aprenda a cuidar su salud mental.
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